Un reciente estudio de la Universidad Iberoamericana, en colaboración con el Instituto Nacional de Salud Pública y la UNAM, ha puesto bajo los reflectores un problema que podría estar afectando la salud de millones de mexicanos: la presencia de cadmio (Cd), un metal pesado tóxico y carcinógeno, en alimentos básicos de la dieta nacional. Este análisis, titulado “Dietary Risk Assessment of Cadmium Exposure Through Commonly Consumed Foodstuffs in Mexico”, evaluó 143 productos adquiridos en tiendas de la Ciudad de México y reveló que el 68.5% contenía concentraciones detectables de cadmio, superando en varios casos los límites establecidos por organismos internacionales.
Entre los alimentos analizados, destacaron productos como hongos (setas y champiñones), lechuga romana, cacao y chocolate en polvo, tomate saladette, pan molido, barras de chocolate y chiles anchos, los cuales presentaron niveles de cadmio alarmantes. Aunque el riesgo para adultos y adolescentes se mantiene dentro de los parámetros de seguridad, los niños en edad escolar podrían estar ingiriendo hasta un 50% más del límite semanal tolerable, lo que plantea un problema serio de exposición crónica.
El cadmio llega a la cadena alimentaria principalmente a través de la contaminación de suelos por actividades humanas como la industria, el reciclaje de baterías y el uso excesivo de fertilizantes. Este metal tiene una capacidad preocupante de acumularse en tejidos vegetales, lo que lo convierte en un problema persistente que afecta no solo la salud humana, sino también la biodiversidad, la calidad del suelo y la sostenibilidad de la agricultura. Su impacto en la salud incluye daños renales, óseos, pulmonares y cardiovasculares, además de aumentar el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer.
Frente a esta situación, las autoridades deben intensificar los programas de monitoreo ambiental y alimentario, identificando zonas de alto riesgo y trabajando en la limpieza de suelos y cuerpos de agua contaminados. Además, es crucial fomentar prácticas agrícolas sostenibles, regulando el uso de fertilizantes y controlando los desechos industriales que contribuyen a esta contaminación.
Por su parte, la industria alimentaria debe asumir su responsabilidad. Garantizar la trazabilidad y transparencia en la producción de alimentos es un paso esencial para restaurar la confianza de los consumidores. Mientras tanto, es importante diversificar la dieta, eligiendo productos de diferentes regiones y evitando la sobredependencia de alimentos con altos niveles de cadmio.
La ciudadanía también juega un papel fundamental en esta batalla. Exigir estándares más estrictos para los alimentos, apoyar a los agricultores que implementen prácticas sostenibles y mantenerse informados son acciones que pueden marcar la diferencia.
El problema del cadmio en los alimentos no es solo una cuestión de salud pública; es un reflejo de cómo gestionamos nuestro medio ambiente y recursos naturales. Resolverlo requiere un esfuerzo conjunto entre gobiernos, industria, academia y sociedad. Solo así podremos garantizar una alimentación segura, proteger nuestra salud y preservar el equilibrio ecológico para las generaciones futuras.